martes, 15 de enero de 2008

ESCRITOS


Escribir.


Escribir implica dolor. Asi tiene que ser. Prefiero sentir el ardor de esta diarrea antes que mis pensamientos se vuelvan contra mi y terminen corroiéndome de adentro hacia afuera. Verías a un verdadero mal viviente exponiéndose a si mismo. Mostrándolo todo excepto su verdadero ser. Porque sería un desalmado. El vacío viviente, tangible, hediondo, podrido, único, infeccioso, contagioso.


¿Es vergonzoso ver a alguien desnudo? Es mucho peor leer lo que otro escribe. Mis genitales expuestos dicen menos que todas estas palabras.


Lee mi rostro, mis ojos. No hay máscara que cubra la realidad de mis facciones. Esto es lo que tienes por hijo, por hermano, por pariente, por amigo, por cliente, por amante, por compañero, por esposo, por un extraño cualquiera.


Feliz Suicidio II.


Volví a soñar suicidado. Excusas cortadas en tórax y abdomen.

Brazos sangran justificaciones. El pegamento en mi nariz me había ahogado antes de que la tina rebosara de un rojo adios.


Admisión del Asco.


Nunca dormí un día

La sequedad de mi retina

La sequedad de mi lengua

La respiración cansada

La ira compasiva


Morirás por mi desprecio, y levito en la paz de mi no acción.

"¡Muere bastardo!" Comanda mi mente. El Cielo obedece. Los Dioses escuchan. Los Demonios atacan. Los Angeles protejen. Me elevo hasta el trono vacío, el trono abandonado.


Dios responde hoy a las plegarias de todos:

"Estoy cansado, estoy enfermo. Soy el repudio con el que masturbas tus sentidos. Si te dijera que también encarné a la infancia manoseada, cautiva y mutilada, igual que a la lujuria desbocada del peor violador.


Es mi dedo invisible el que provoca la arcada que les induce eróticamente al vómito como un orgasmo".


La Super Droga.


Callejón con salida. Jaula de libertad. Hondonada infernal. La paz en mi guerra. Serenidad caótica. Avalancha de los escombros del paraíso deshecho, reconstruído ante mis ojos.


La Super Droga II.


Aquí abajo es el pico más alto desde donde puedo apreciar la grandeza de la eternidad. Ojos de fuego. Sonidos que arden. Habitaciones de nube. Desértica realidad palpable. Cráneos rebozan de diamantes, rubíes, esmeraldas, zafíros, amatistas y lapizlásuli.