miércoles, 24 de septiembre de 2008



Oídos saborean nostalgia que sabe a ti como la Navidad de los niños.

Hueles a incienso del mercader que se pasea por las calles abarrotadas de penuria en masa.

Y uno es un penitente deseo que implora a los Reyes Magos: "Mátenme".

Y el Niño Dios está dentro de la bolsa de Santa Claus.

Jo Jo HO!





La otra vez derramé un rastro de vómito que apestaba a un viejo amor. Las glándulas lacrimales se encargaron de emanar suplicios eróticos. Ese "¿Por Qué?" hecho excremento petrificado... esa eyaculación de llanto añorando tu cadáver que hoy está más que podrido.
El áspero polvo de tus huesos deshechos me irrita. Mi resentido sexo escupió un purulento recuerdo en alguna noche ebria de despecho masturbatorio.



.Aquella que asesiné.


Quisiera tenerte refrigerada.
Sacarte de vez en cuando en las épocas más solitarias, borrachas y frías.

En la Era de la Tristeza tenerte como una muñeca de juguete
y morbosearte en la intimidad.
Fría.... pero preservada.
Incorruptible...
sin putrefacción...

Sólo con las cuchilladas que te metí.




.Dios Suicidio.



Crezco en una vida de erección en cámara lenta, indomable e infinita.

Engrosándome, inflamándome de vida..... brillándo y endureciéndome.....
elevándome...... en cámara lenta.... venas latiéndo... carne que se expande...
meato emanando exuberantes cristales puros...

Un lamento de ángeles extasiados de ebullición salival revientan en tal placer que lloran sumisos suplicando por dolor.

En cuatro patas, abiertos la boca.
Ectoplasma seminal ardiendo y fecundando orificios profanos.
Ojos abiertos fingiendo inocencia.
Parásitos amorfos abusando de su propio saber, invocando al Dios Suicidio.