viernes, 7 de marzo de 2008

Bitácora del Naufrago

I

Soy mas monstruos que palabras. Las efigies de dioses antiguos se alzan entre las cenizas. Se dibuja la muerte con pintalabios gastado sobre una sábana que no volverá a sentir amor. Labios se resecan de envidia. Lágrimas que odian caer. Genitales mutantes. Penitentes errores galopantes como gangrena. Cayendo de espaldas. Sin parpadear. Sin alardear. Risas histéricas en soledad. Suicidios colectivos por vanidad. Haciendo pactos con el diablo para poder volar.

II

Trozo de vida miserable. El cielo se hace negro sobre el brillo de los ojos tristes. La lluvia limpia la suciedad de las conciencias con fría fluidez. Felices sean los elementos separados los unos de los otros. Nos amarga la incomprensión, las eternas preguntas sin respuestas que se apilan como almohadas donde descansa nuestro inconformismo. Ecosistema necrófilo. Paraíso de larvas de mosca. Muerte estática sin cuerpos por enterrar. Desaprehensión. Mutilación inofensiva que arranca parte del alma y nos deja caóticos, sucios y paralíticos en nuestra mente. Coma del Espíritu. Aún camino. Mi voluntad es un verdadero milagro. Directo de la mano de Dios. Hálito de vida para la innercia. Murmullos desastrozos sollozan sobre sábanas funerales. Se asemejan a muertes que aún no abrazo. La vida se derrumba ante mis ojos mientras los niños ríen y los amantes se besan. Cada respiración es un vaivén de olas que chocan contra las rocas de una isla desierta. Es magia negra la letra vertida del dolor. Es vida la sangre que mancha el asfalto, se mezcla con lluvia, saliva, mierda, orines e infección. Nuestra blasfema huella maquilla el cadáver de Dios en uno de tantos días de entierro.